Tras el operativo, conocido como “la masacre de la calle Juan B. Justo”, Manuel fue llevado con graves problemas respiratorios al hospital de San Nicolás donde permaneció internado durante tres meses con custodia policial. El 15 de febrero de 1977, el Juzgado de Menores dio al niño en adopción al matrimonio Novoa sin efectuar ninguna averiguación sobre su familia biológica. Debido a una diferencia de fechas entre la denuncia que su abuela materna había presentado en Abuelas y la fecha real de su desaparición, la investigación se encontraba detenida.
En 1995, el EAAF logró identificar a través del entrecruzamiento de huellas dactiloscópicas los restos de Ana María que se encontraban en el osario público del Cementerio de San Nicolás. Ese mismo año, el EAAF localizó a Manuel. En 1997, el joven se realizó los análisis inmunogenéticos que confirmaron su verdadera identidad. Manuel pudo conocer su historia y reencontrarse con su familia biológica.