Al momento del secuestro, Iris estaba embarazada de tres meses. Había llamado a sus padres para avisar que iría de visita, pero canceló el encuentro y su familia nunca más supo de ella.
En Club Atlético sus compañeros de cautiverio le decían “la Lobita”. En tanto, sobrevivientes de la ESMA habían relatado que una detenida, “Tita”, había parido un varón en julio de 1977 y que incluso lo había tenido en brazos. Memorias fragmentadas y diversidad de apodos hicieron que tomara tiempo entender que Tita y la Lobita eran la misma persona. A fines de 2004, por una investigación de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), se determinó que Tita era uno de los alias de Iris, quedó establecida la conexión con la Lobita –la embarazada vista en el Atlético–, y fue corroborada la identidad de su compañero, “el Lobo”.
Acto seguido, se incorporó el caso al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), pero Enrique ni siquiera estaba denunciado como desaparecido y no había parientes para contactar. Pasaron seis años hasta que una prima se acercó a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y recién entonces se pudieron agregar los perfiles del grupo familiar al BNDG.
Años después, la filial de Córdoba de Abuelas se contactó con un hombre que podía ser uno de los nietos buscados, éste accedió a realizarse un ADN. El BNDG no estaba completo, por lo que en un primer momento el resulta fue que no incluía con ninguna familia. Pero con la incorporación de la rama paterna, junto a la ampliación de los marcadores analizados, el 18 de abril de 2017 el BNDG confirmó que era el hijo de Iris y Enrique.