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3 de diciembre de 2024

“Siempre sospeché que no eran mis verdaderos padres”

El nieto restituido Mario Navarro, quien recuperó su identidad en diciembre de 2015 y se reencontró con su madre, prestó testimonio en el juicio por su apropiación.

“Siempre sospeché que mis padres de crianza no eran mis verdaderos padres, entre otros motivos por su edad avanzada. Tuve una relación buena con ellos, pero las dudas siempre estuvieron”, afirmó el nieto restituido Mario Navarro en el juicio por su apropiación, ante Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán.

Lo hizo de manera remota, desde España, donde reside hace poco más de un mes con su familia. Criado en Las Rosas, departamento Belgrano, provincia de Santa Fe, trabajador metalmecánico, Mario contó el camino que transitó hasta conocer su identidad y reencontrarse con su madre biológica.

En su relato incluyó a un hombre de apellido Espinoza, de acento tucumano, que cada año los visitaba en Las Rosas con su esposa. “También iba a San Lorenzo, cerca de Rosario, a visitar a otro chico. Falleció en el 93 o 94, y su mujer seguía en comunicación con mis padres, por carta”, recordó. El papel de Espinoza, según todo indicaba, era el de entregador de Mario y de ese otro chico.

Mario se fue a estudiar medicina a Rosario, y su paso por la universidad le abrió los ojos y pudo relacionar su propio origen con la dictadura. Escuchó por primera vez sobre el robo de bebés, torturas, centros clandestinos, y todo eso caló más profundo en él y se empezó a preguntar “por qué no”.

Tuvo que interrumpir sus estudios cuando su padre de crianza enfermó. Volvió a Las Rosas, se puso a trabajar, conoció a quien sería su mujer, tuvieron a su primer hijo y se mudaron juntos. Entre todo esto, la duda sobre su origen continuaba. “Mi esposa empieza a charlarlo con mi madre de crianza, yo viajaba mucho porque mi trabajo lo requería, pero me había propuesto no interrogar a mi madre al respecto, postergué el tema”, expresó.

Más adelante, en 2015, las dudas se acrecientan. “Tengo que dar un paso”, se dijo. Decidió comunicarse por mail con Abuelas, empezó a investigar un poco más, a mirar la web, las fotos de los desaparecidos, buscaba parecidos. Tal como declaró ante el tribunal, siempre pensó en el vínculo con Tucumán –sin saber que en realidad había nacido allí– por el rol de Espinoza en la historia.

Tras el fallecimiento de su madre de crianza, el 25 de julio de 2015, recibió el llamado de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación para hacerse el ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos. “Fui con mi esposa, me explican y doy mi sangre para que se compare con todos los grupos familiares. Yo tenía 38 años, en el viaje de vuelta le dije a mi esposa que iba a pasar por lo de mi madrina (que vivía en el pueblo), llego de Buenos Aires, voy a su casa y estuvimos como dos horas charlando. ‘No tengo a nadie’, le dije, ‘vos sabés mi origen, me podés ayudar, es necesario por mis hijos’. Por ellos hice todo esto también. Me negó todo”.

“En noviembre de ese año recibo un llamado desde la filial de Rosario de Abuelas, ‘necesitamos que vengas’, me dicen, voy con mi esposa y ahí me informan que el ADN dio positivo, ‘encontramos a tu mamá, está con vida, es de San Miguel de Tucumán’, y simultáneamente le estaban diciendo a ella que 38 años después habían encontrado a su hijo, que ella había tenido adentro de la cárcel”.

Ese día se pasaron unas fotos, vieron los sorprendentes parecidos –“mi mamá era yo con peluca”–, hablaron por primera vez por teléfono, ella lloraba mucho, y ella le dijo: “Hijo, yo sé que nos separaron, lo único que escuché fue tu llantito, después me encapucharon de nuevo, y hoy escucho muchísimos años después tu voz de hombre, y te prometo que nunca más nos van a separar”.

“Yo quería conocerla, quería verla, y un 3 de diciembre de 2015, hace exactamente nueve años, nos encontramos en la sede de Abuelas en Buenos Aires, por primera vez nos vimos a la cara. Fue una alegría enorme, puro amor”, dijo Mario, al término de cuya declaración prosiguió su esposa, en un juicio oral acotado que terminaría este mismo jueves.

Fuente: Abuelas
Autor/a: Abuelas

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 Mario Daniel Navarro

Mario Daniel Navarro

Nació en mayo o junio de 1976 en el cautiverio de su madre, secuestrada en julio de 1975 en la ciudad de San Miguel de Tucumán, donde vivía con sus dos hijas, de uno y tres años. De regreso de su trabajo, de madrugada, fue detenida y llevada a una comisaría, luego a la Jefatura de la Policía provincial y finalmente a la cárcel de Villa Urquiza, en la que dio a luz. Un enfermero le arrebató a su bebé y jamás lo volvió a ver. Fue liberada en noviembre de 1976, permaneció internada en el Hospital del Carmen y al tiempo pudo volver a su hogar.

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