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5 de septiembre de 2024

"Buscamos justicia"

El nieto restituido Leonardo Fossati nació en la Comisaría 5ta de La Plata y hoy coordina el Espacio para la Memoria que funciona allí. “Para mí es parte de un proceso de sanación”, expresó en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en ese centro clandestino.

“Mi mamá estuvo haciendo el trabajo previo de parto desde la mañana temprano. Sus compañeras de celda llamaban para que vengan a atenderla, pero no venía nadie. Recién a la tarde vino un médico, supuestamente (Jorge Antonio) Bergés, a mi mamá la ataron de pies y de manos en la mesa de una cocina de la comisaría, se escuchaban los gritos y los insultos de los policías. Se burlaban, la escupían, en esas condiciones nací, en esas condiciones le tocó a mi mamá, a los 18 años, tener a su único hijo, y así les pasó a muchas mujeres. Parir también era una tortura”.

Leonardo Fossati Ortega nació nació el 12 de marzo de 1977 durante el cautiverio de su madre, Inés Beatriz Ortega, en la Comisaría 5ta de La Plata. Inés y su compañero, Rubén Leonardo Fossati (22), fueron secuestrados el 21 de enero de 1977, ella embarazada de siete meses. Ambos fueron vistos en ese centro clandestino y antes en "Pozo de Arana".

Leonardo y su mamá pudieron compartir unas horas. Al día siguiente, los guardias anunciaron que “el coronel” quería conocer al bebé y que se lo entregaría a la familia materna. “A partir de ahí nos separaron para siempre”, afirmó Leo durante su testimonio en el juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en Comisaría 5ta.

Inés y Rubén estudiaban, trabajaban y militaban, ella en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y él en la Juventud Peronista (JP). La familia de Inés vivía en Parque Castelli, ella y su hermana eran las mellizas del barrio, el padre de ambas era el bicicletero, y todo esto a 50 metros de la Comisaría 5ta.

“Todo lo que sé es sobre testimonios de sobrevivientes –refirió Leo ante el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata–. En Comisaría 5ta mi papá estaba muy golpeado y muy mal por las torturas. (La sobreviviente) Adriana Calvo lo vio dentro de un calabazo común, donde estaban los hombres hacinados, como en una escena del holocausto nazi, famélicos, enfermos, y se tenían que turnar para acostarse o para dormir”.

“A mi mamá, los policías le hacían mención que su hermana estaba bien, porque a veces la veían pasar por la calle. Mi abuela materna fue a hacer la denuncia por la desaparición a la Comisaría 5ta, como Chicha Mariani y otros familiares, con la ilusión de tener alguna noticia y sin imaginarse que a metros había un campo de concentración. La información que tengo de mi mamá y mi papá es hasta abril de 1977, cuando a Adriana Calvo la trasladan al Pozo de Banfield, hasta ahí estaban con vida, después no se sabe más nada”.

“Estuve anotado durante 28 años como nacido en parto domiciliario el 20 de marzo de 1977. Las personas que me apropiaron me contaron, cuando empecé a preguntar, que no podían tener hijos. Yo tenía una hermana de crianza mayor, nacida en el 72, que la habían conseguido por un médico de La Plata, fue una apropiación, no una adopción, y en 1974, en busca de un hermanito, vuelven a contactar a la partera del barrio”.

Tres años más tarde, la mujer se comunicó con ellos, diciéndoles que una chica muy joven del interior, que había ido a estudiar a La Plata y había quedado embarazada, no quería tener a su hijo. “Llamaron a un médico, que luego fue mi pediatra, y él firmó mi acta de nacimiento como parto domiciliario. Me fueron a buscar, una tía de crianza fue a comprar pañales, llegué envuelto en una mantita, el médico me revisó y me encontró sano, me anotaron y me apropiaron”.

Mientras crecía en La Plata, Leo se cruzó muchas veces, sin saber, con su familia biológica. “Siempre tuve dudas sobre mi identidad, desde chico –remarcó–. No tenía ningún parecido físico. Ellos eran bastante mayores, tenían la edad de los abuelos de mis amigos. No había fotos de embarazos. Fui papá muy joven, con 20 años, en 1997, y ahí este tema tomó otra relevancia. Entendí que mis dudas se las podían estar heredando a mi hijo. Hablé con una tía de crianza, que me confirmó que no era hijo biológico y me contó de la partera”.

Para saber más, Leo la quiso contactar, pero ya había fallecido, entonces, en marzo de 2004, se acercó a la filial de Abuelas de La Plata, relató su historia, se inició una investigación, y meses después le ofrecieron hacerse una pequeña extracción de sangre para comparar en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). Y la respuesta la tuvo el 11 de agosto de 2005.

“Ese día, en estos mismos tribunales, el juez (Arnaldo) Corazza me informó que yo había nacido en Comisaría 5ta, porque él estaba a cargo de la causa por ese centro clandestino, y me contó que no me habían abandonado, sino que mi mamá y mi papá estaban desaparecidos y yo había nacido en cautiverio”.

El proceso de restitución fue, según Leo, “muy lindo y duro”. Lindo por el encuentro con su familia, duro porque nunca se iba a poder reencontrar con su mamá y su papá. Uno de sus miedos era cómo iba a tomar el asunto su hijo, que tenía 8 años, y su familia lo ayudó mucho. “En la medida en que fui conociendo a mis tías, tíos, primos, fuimos restituyendo nuestra identidad y sumando vínculos. Desde el amor y desde el dolor”.

También conoció a Estela de Carlotto y Claudia Carlotto, por entonces directora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI). “Me fueron acompañando y yo me fui sintiendo muy acompañado”, subrayó. Al ver que varios nietos colaboraban con las Abuelas, Leo comenzó a hacerlo, y en un momento le ofrecieron trabajar formalmente, y así fue que empezó a representar a la institución en ámbitos como el Instituto Espacio para la Memoria, en el directorio del Espacio Memoria y Derechos Humanos (exESMA), y en la filial de La Plata, donde pudo conocer a la referente local, Coqui Pereyra.

“El proceso fue paulatino, por una sensación de estar en familia, que sigo teniendo, por agradecimiento, que va a ser de por vida por darme la posibilidad de restituir mi identidad, conocer a mi familia, y por la lucha que sostienen hasta hoy, que quedan poquitas Abuelas, y que siguen, hayan encontrado o no a sus nietos. Al Espacio ex Comisaría 5ta llego a vincularme porque en Plan Sistemático de Robo de Bebés fui como testigo, y en un momento me invitaron a conocer el lugar donde había nacido. Yo había pasado muchas veces por la puerta. Cada vez que pasaba no podía creer que mucha gente del barrio pasaba así nomás por ahí, pero nunca me animé a entrar, era muy fuerte, además era un vínculo con el lugar físico donde vieron con vida por última vez a mi mamá y a mi papá, y al no poder haber hecho el duelo, al no poder enterrarlos, ese lugar tomaba otra relevancia”.

En el juicio Plan Sistemático, en el cual se condenó al ex dictador Videla a 50 años de prisión, se realizó la visita y allí fue Leo con otros sobrevivientes. “Un lugar muy hostil”, tal como lo definió frente a los magistrados y el público que colmó la sala del juzgado para acompañarlo en su testimonio. Por un motín que se desató en el año 2000, en el que murieron cuatro personas, los calabozos de Comisaría 5ta. se mantuvieron casi inalterados. Luego, en el juicio “Circuito Camps”, Abuelas, desde su rol de parte querellante, solicitó la desafectación de la Comisaría 5ta –que aún funcionaba normalmente– y que se creara un sitio de memoria para recordar a las más de 300 víctimas que pasaron por allí y que la sociedad conozca lo que fue el terrorismo de Estado.

“Primero logramos señalizarla, después una desafectación parcial y finalmente total, con la creación de un auditorio anexo en un terreno lindero. Me tocó llevar adelante, desde Abuelas, este proceso colectivo, sostenido con políticas de Estado y hoy por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires. Actualmente soy el coordinador del Espacio. Todos los días nos visitan alumnos del segundo ciclo para hacer la visita guiada y conocer en el lugar de los hechos esta historia trágica. También nos visitan del primer ciclo, no haciendo el recorrido, sino con otras actividades en el auditorio. Los equipos de investigación del Espacio hacen una tarea enorme. Todos los hechos narrados son materia de prueba judicial. Se han podido recabar 53 nombres de personas que pasaron por allí y que no han sido contemplados en otros juicios, sino que fueron descubiertos por investigaciones y en testimonios posteriores. Se trata de un lugar que repara a través del recuerdo y cumple un rol activo al continuar con las investigaciones. Es un orgullo y un honor ser parte de ese equipo, y en el mismo lugar funciona la filial de Abuelas, lo cual habla de la enorme transformación que se dio”.

A lo largo de más de una hora en la que relató su historia, Leo evocó a otros niños que pasaron por la Comisaría 5ta. Ana Libertad Baratti de la Cuadra, Sabino Abdala, los hermanos Gatica Caracoche, todos ellos nietos restituidos por Abuelas. “Para mí es parte de un proceso de sanación, que lo he visto en muchos familiares, en Madres, Abuelas, hijos, es poner todo ese dolor en acción, en militancia, en aportar herramientas para que esto no ocurra nunca más, la mejor garantía es llegar a la verdad, contar la verdad, que la sociedad lo sepa, y que se haga justicia. Que las torturas no sean olvidadas. Que estos crímenes siniestros no queden impunes”.

“No buscamos venganza ni nos mueve el odio. A 47 años de la última dictadura, estamos acá, dando testimonio y pidiendo justicia, tenemos muy claro ese ejemplo de Madres y Abuelas, que en ningún momento pidieron la pena de muerte, sino que los responsables sean llevados a juicio. Y estos responsables no hablan, y sus crímenes siguen vigentes. Hay más de 300 familias que no saben dónde está ese bebé que le robaron. El nivel de crueldad que manejan quienes cometieron estos delitos, que saben perfectamente cuál fue el destino de esos bebés y de mi mamá y mi papá, es inhumano. No son pobres ancianos, cometieron crímenes de lesa humanidad, los peores que se pueden cometer. Buscamos justicia”.

Al cierre de su conmovedora declaración, Leo mostró en el tribunal las últimas fotos de sus padres, las más cercanas a la fecha del secuestro. “Pequeños tesoros”, así las llamó, mostrando los rostros de Inés y Rubén, eternamente jóvenes, y acto seguido, un grito unánime en la sala de audiencias: “¡30 mil detenidos desaparecidos, presentes, ahora y siempre!”.

Fuente: Abuelas
Autor/a: Abuelas

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 Leonardo Fossati Ortega

Leonardo Fossati Ortega

Leonardo Fossati Ortega nació el 12 de marzo de 1977 durante el cautiverio de su madre, Inés Beatriz Ortega. Ella y su compañero, Rubén Leonardo Fossati, fueron secuestrados el 21 de enero de 1977 en la vía pública en la localidad de Quilmes, la joven embarazada de siete meses. Ambos fueron vistos en la Comisaría 5ta de La Plata y en el centro clandestino "Pozo de Arana". Inés también fue vista en la Brigada de Investigaciones de La Plata. Por sobrevivientes, pudo saberse que el 12 de marzo de 1977 Inés dio a luz un varón al que llamó Leonardo en la cocina de la Comisaría 5ta. El parto fue asistido por el médico policial Jorge Antonio Bergés. La joven pudo compartir con su hijo menos de cinco días hasta que los guardias le anunciaron que "El Coronel" quería conocerlo y que se lo entregaría a su familia biológica.

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