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29 de julio de 2023

"El abrazo que nos dimos es para siempre"

Con inmensa alegría, Abuelas anunció el encuentro del nieto N° 133, hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho, y hermano de Miguel, Camilo y Florencia.

Cuando se enteró del encuentro de su hermano, Miguel “Tano” Santucho estaba en Roma, visitando a sus otros dos hermanos, Camilo y Florencia, que viven allí. Julio, su padre, estaba en Tucumán presentando un libro. La primera videollamada entre todos fue emocionante. “Mi primer pensamiento fue para mi mamá y mi abuela”, dijo el Tano durante la conferencia de prensa en la que anunciamos la restitución del nieto N° 133. Pensó en la fortaleza de su madre, Cristina Navajas, que secuestrada y torturada continuó con un embarazo que ni siquiera había podido confirmar cuando se la llevaron del departamento donde estaba con sus dos hijos, en la calle Warnes 735 de la ciudad de Buenos Aires.

Junto con ella también se llevaron a su cuñada, Manuela Santucho, y a otra compañera de militancia, Alicia D’Ambra, también embarazada de un bebé que seguimos buscando. Camilo, Miguel y el hijo de Manuela, Diego, de un año, quedaron solo en el inmueble. Por el llamado de una vecina, a quien Cristina puso en aviso mientras la secuestraban, la abuela materna de Camilo y Miguel llegó hasta allí y los encontró llorando. Adentro de una cartera había un diario de su hija en el que mencionaba un atraso y se manifestaba convencida de estar embarazada. Así, se enteró que su hija estaba esperando a su tercer hijo. Más tarde, por sobrevivientes, pudo confirmar que el embarazo siguió su curso.

“Mi abuela fue un ejemplo, como todas las Abuelas ­–afirmó el Tano ante la multitud que colmó el auditorio de la Casa por la Identidad–. Tratadas de locas, negadas, se mantuvieron firmes en los peores momentos de la búsqueda”. El Tano agradeció además a “la gran familia de Abuelas” y a las chicas y chicos que, en las visitas guiadas y en las charlas que cotidianamente realiza en representación de Abuelas, lo abrazaban y le decían “lo vas a encontrar”. “Me decían –bromeó–, porque ya lo encontré”. “El secreto de la búsqueda es que es colectiva”, subrayó.

A un lado, su padre, Julio Santucho, relató cómo supo del secuestro de su compañera, mientras él estaba de viaje en el exterior enviado por el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), donde ambos militaban, al igual que toda la familia Santucho. “Sé el calvario que tuvo que pasar Cristina”, dijo, “es increíble que haya tenido la fuerza de voluntad para continuar su embarazo”. Y reconoció a su hijo que tan sólo un par de días antes pudo conocer: “Él hizo todo lo posible para recuperar su identidad”, dijo.

Cristina fue desaparecida, embarazada, el 13 de julio de 1976. Con Manuela y Alicia estuvieron menos de un mes en el centro clandestino Automotores Orletti. El 13 de agosto fueron llevadas a Proto Banco, donde permanecieron hasta el 28 de diciembre de 1976. El siguiente destino fue el Pozo de Banfield. Por el testimonio de la sobreviviente Adriana Calvo, se estima que Cristina estuvo allí hasta el 25 de abril de 1977. Ya le habían robado a su hijo.

Camilo y Miguel fueron sacados del país por dos militantes del Partido que se hicieron pasar por sus padres y se reencontraron con su padre. Diego, el hijo de Manuela, fue entregado a su familia paterna, con la que creció. Julio formó pareja con Susana, la compañera que sacó a los niños de la Argentina, y juntos tuvieron una hija, Florencia. Mientras tanto, Nélida hacía todos los trámites posibles. Se unió a las Abuelas de Plaza de Mayo y puso su inteligencia y rigurosidad al servicio de la búsqueda colectiva. Recorrió el mundo cuando buscaban un método científico que les permitiera identificar a sus nietos en ausencia de los padres. Representó a la Asociación en innumerables encuentros nacionales e internacionales.

Miguel volvió a la Argentina en 1985, cuando Nélida ya era secretaria de Abuelas. En 1993 se radicó definitivamente en el país y pudo reconstruir la historia de su familia. Entre detenidos, asesinados y exiliados los Santucho suman casi una veintena, diez de ellos aún desaparecidos y un niño o niña aún buscado. En 1995 Miguel se unió a HIJOS, fundó la comisión Hermanos que acompañaba la búsqueda de Abuelas y quizá por eso Nélida pudo ver en él el legado de su lucha. Un día, simbólicamente, le entregó toda la documentación que había reunido. Con la partida de Nélida, en 2012, Miguel se acercó aún más a Abuelas. Se integró a la Comisión Directiva y al trabajo diario.

Su hermano, el nieto N° 133, se acercó a Abuelas de manera espontánea. Fue anotado como hijo propio por un integrante de las fuerzas de seguridad y una enfermera. Desde joven, tuvo dudas de su identidad, fue criado como hijo único, con una hermana 20 años mayor que ya no vivía con ellos. Fue ella quien le confesó que no era hijo de quienes decían ser sus padres. Le tomó tiempo acomodar toda la información para decidir comunicarse con Abuelas, pero con valentía lo logró. Luego de la presentación en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), se realizó la investigación documental para, finalmente, en abril de este año, hacerse el examen de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) que confirmó su verdadera identidad.

En ese momento, quiso conocer a su padre y sus hermanos. Y así, el Tano, recibió la llamada tan anhelada y por un rato perdió de vista a su perra con la que estaba jugando en una plaza de Roma. “Vamos a estar juntos el resto de nuestras vidas –expresó el Tano–. El abrazo que nos dimos es para siempre”.

Fuente: Abuelas
Autor/a: Abuelas

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Daniel Santucho Navajas

Daniel Santucho Navajas

Nació el 10 de enero de 1977. Su madre, Cristina Silvia Navajas, fue secuestrada el 13 de julio de 1976 en la ciudad de Buenos Aires, embarazada de dos meses, mientras se encontraba en un departamento de la familia de su pareja, Julio César de Jesús Santucho, quien en ese momento no estaba en la Argentina. Junto a Cristina se llevaron a su cuñada, Manuela Santucho, y a una compañera de militancia, Alicia D’Ambra, también embarazada de un bebé que seguimos buscando. En el departamento, ubicado en Avenida Warnes 735, quedaron los dos hijos de Cristina, Camilo y Miguel, y el de Manuela, Diego. Por testimonios de sobrevivientes, pudo saberse que Cristina estuvo detenida en los centros clandestinos Automotores Orletti, Proto Banco y en el Pozo de Banfield.

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