Ismael fue trasladado a otro domicilio en Tucumán, del que escapó muchas veces, hasta que en una ocasión logró ubicar a su tío paterno, quien dio aviso sobre su paradero al padre del niño. Así lograron recuperarlo. Pero Marcos nunca apareció.
Veintitrés años más tarde, Ismael se acercó a la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (CONADI) y relató toda la historia. Paralelamente, en 2013 se recibió una denuncia en el Fondo Permanente de Recompensas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, con información que señalaba a un joven como hijo de desaparecidos, apropiado por una persona imputada por delitos de lesa humanidad en Tucumán. Estos datos fueron entregados a la Unidad Especializada para Casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado, del Ministerio Público Fiscal, que inició una investigación, remitió el expediente a la Fiscalía Federal N° 1 y a la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad de Tucumán, que a su vez dieron intervención al Juzgado Federal Nro. 1. Así se pudo encontrar a Marcos, quien accedió a realizarse un ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos.