En 1983 Abuelas encontró a Carla en poder de un represor de Automotores Orletti y ex integrante de la organización parapolicial conocida como “Triple A”, Eduardo Alfredo Ruffo, y su esposa, Amanda Cordero. El matrimonio se fugó de la justicia hasta que en 1985, tras una intensa búsqueda, fueron localizados. La niña se realizó los análisis de sangre en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y en septiembre de 1985 los resultados confirmaron que se trataba de Carla, hija de Graciela y Enrique. Su madre permanece desaparecida.
Carla Graciela Rutila Artés
- ADN: 1 de septiembre, 1985
- Localización: 1 de enero, 1983
Carla Graciela Rutila Artés nació el 28 de junio de 1975 en Lima, Perú. Poco después, sus padres, Graciela Antonia Rutila Artés y Enrique Joaquín Luca López, se mudaron a Bolivia, donde formaron parte del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Carla fue secuestrada junto con su madre el 2 de abril de 1976 en la localidad de Oruro. El 29 de agosto de ese año, las fuerzas de seguridad las entregaron a la Gendarmería Argentina, que las trasladó al centro clandestino de detención Automotores Orletti en el barrio porteño de Floresta. Enrique fue asesinado el 17 de septiembre de 1976 en la ciudad boliviana de Cochabamba.
La familia de Carla Graciela Rutila Artés
197528 de junio
Nacimiento del/a nieto/a
197629 de agosto
Desaparición del/a nieto/a
1983enero - diciembre
Fecha de localización
27Número de caso resuelto
“El primer abrazo de mi abuela me restituyó todo el amor que me habían robado”
Víctimas del Plan Cóndor
Graciela nació en la ciudad de Buenos Aires el 29 de diciembre de 1951. Enrique el 12 de marzo de 1952 en Salto, Uruguay. Militó en el Movimiento Nacional de Liberación (MNL)-Tupamaros. En Bolivia ambos militaban en el Ejército de Liberación Nacional. Sus compañeros los llamaban "Guille" o "Alberto Viroz" y a ella "Ela".
La hija de ambos, Carla, fue restituida cuando tenía 10 años. Su abuela materna, Matilde, más conocida como “Sacha”, volvió de España, donde residía, para buscarla. Dos años después, a poco del levantamiento carapintada y la sanción de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, con su apropiador, Ruffo, libre e impune, abuela y nieta se fueron a vivir a España.
Carla regresó a la Argentina 23 años más tarde para declarar, justamente, contra su apropiador en el juicio por los delitos cometidos en Automotores Orletti. Prestó testimonio con la fortaleza que la caracterizaba, mirándolo a los ojos: “No tenía dudas de que no aguantaría mi mirada”, diría luego. Con Ruffo tras las rejas, se instaló con sus tres hijos en Buenos Aires. A Europa viajó una vez más para declarar en Italia en el juicio por los crímenes del Plan Cóndor –del cual ella y su familia fueron víctimas.
El 22 de febrero de 2017, a causa de un cáncer, corolario de una vida durísima, Carla falleció. Tenía 41 años.
Matilde Artés Company
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