Rosa Mary Riveros había sido secuestrada el 23 de diciembre de 1975 de vuelta de su trabajo. Un mes más tarde, fue oficializada como detenida política. Tras la desaparición de su amiga Liliana Molteni, perdió todo rastro de su hija. Ignoraba que durante el operativo los efectivos de las fuerzas de seguridad la habían dejado abandonada y unos vecinos acudieron a la casa en respuesta al llanto de la niña. Luego se presentaron ante la comisaría de la zona para denunciar el hecho, pero sólo recibieron amenazas, entonces decidieron quedarse con la pequeña. Desde la cárcel, Rosa trató de averiguar el paradero de su hija, sin éxito. En 1981 le dieron la opción de salir del país y se exilió en Suiza. Allí, fue a pedir ayuda a la sede del Consejo Mundial de Iglesias, donde se hicieron eco de su sufrimiento. Un reverendo del organismo, de paso por la Argentina, entregó toda la información que aportó Rosa al obispo metodista Aldo Etchegoyen, quien a su vez se contactó con las Abuelas, que comenzaron a investigar. El 12 de junio de 1983, localizaron a la niña en Guernica, zona sur del conurbano bonaerense. El matrimonio que la crió aceptó la situación y Tamara pudo reencontrarse con su madre en Lima, Perú, y se fue a vivir con ella a Suiza.
Tamara Ana María Arze
- Localización: 12 de junio, 1983
Tamara Ana María Arze nació el 22 de julio de 1974. Fue secuestrada el 13 de junio de 1976 en Lanús Oeste, zona sur del Gran Buenos Aires, junto con la mujer que la cuidaba, Liliana Edith Molteni, amiga de su madre, Rosa Mary Riveros, quien se encontraba como presa política desde hacía unos meses.
La familia de Tamara Ana María Arze
197422 de julio
Nacimiento del/a nieto/a
198312 de junio
Fecha de localización
6Número de caso resuelto
“Yo soy Tamara, estuve desaparecida. Ahora sé quién es mi familia”
Tamara vuela dos veces
Hacia 1983, en Lima, alguien que voló dos veces.
Tamara Arze, que desapareció al año y medio de edad, no fue a parar a manos militares. Está en un pueblo suburbano, en casa de la buena gente que la recogió cuando quedó tirada por ahí. A pedido de la madre, las Abuelas de Plaza de Mayo emprendieron la búsqueda. Contaban con unas pocas pistas y al cabo de un largo y complicado rastreo, la han encontrado.
Cada mañana Tamara vende querosén en un carro tirado por un caballo, pero no se queja de su suerte; y al principio no quiere ni oír hablar de su madre verdadera. Muy de a poco las Abuelas le van explicando que ella es hija de Rosa, una obrera boliviana que jamás la abandonó. Que una noche su madre fue capturada a la salida de la fábrica, en Buenos Aires…
Rosa fue torturada, bajo control de un médico que mandaba parar, y violada, y fusilada con balas de fogueo. Pasó ocho años presa, sin proceso ni explicaciones, hasta que el año pasado la expulsaron de la Argentina. Y ahora, en el aeropuerto de Lima, espera. Por encima de los Andes, su hija Tamara viene volando hacia ella.
Tamara viaja acompañada por dos de las abuelas que la encontraron. Devora todo lo que le sirven en el avión, sin dejar una miga de pan ni un grano de azúcar.
Y en Lima, Rosa y Tamara se descubren. Se miran al espejo, juntas, y son idénticas: los mismos ojos, la misma boca, los mismos lunares en los mismos lugares. Cuando llega la noche, Rosa baña a su hija. Y al acostarla le siente un olor lechoso, dulzón; y vuelve a bañarla. Y otra vez la baña y por más jabón que le mete, no hay manera de quitarle ese olor. Es un olor raro…
Y de pronto, Rosa recuerda. Éste es el olor de los bebitos cuando acaban de mamar. Tamara tiene diez años… y esta noche huele a recién nacida.
Eduardo Galeano, Mujeres, 2015.
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El proceso de restitución
Cómo acompañan las abuelas el proceso y la vinculación con otros organismos del Estado.
¿Cómo es el proceso de restitución?