Sonia tenía la mirada en paz y la determinación de quien concentra todas las energías de su vida en una sola idea: encontrar a su nieto. Hablaba con gratitud de “alguien” que tuvo piedad de su búsqueda. “Una persona” que le regaló el instante más feliz y terrible de su vida. Ese alguien que tocó a su puerta y dijo las palabras que la mantuvieron en pie hasta el día de su muerte. Le mencionó que su nieto nació varón. Que fue a principios de julio de 1976. Y que una débil Silvina lo parió en una gélida prisión para mujeres en el centro de la Ciudad de Córdoba.
"'Yo no tengo ningún miedo. No hice nada malo. Quedate tranquila', me dijo Silvina”
“Soy una mujer del pueblo que eligió luchar”