Los exámenes de sangre para determinar paternidad ya eran conocidos en la década del 70, pero en este caso las madres y padres estaban desaparecidos. ¿Podríamos usar nuestra sangre, la de los abuelos y otros familiares para reconocer a nuestros nietos y nietas? Las Abuelas visitamos academias y universidades con esta pregunta hasta que un grupo de investigadores, en Estados Unidos, asumió el desafío de responderla.
Luego de un año de intenso trabajo estadístico y matemático, los científicos arribaron al “índice de abuelidad”, que garantizaba un 99,99 por ciento de eficacia en la determinación de parentesco. Este descubrimiento tuvo un impacto en la Justicia, que debió incorporarlo como prueba.
Este método se utilizó por primera vez en 1984, cuando recuperó su identidad una niña que había sido secuestrada junto a sus padres y, tres años más tarde, la misma técnica fue empleada para identificar a otra nieta que había nacido en cautiverio.
A mediados de los años 80, las Abuelas impulsamos la creación de un banco para almacenar nuestros perfiles genéticos y garantizar la identificación de nuestros nietos y nietas, aún cuando nosotras ya no estemos. En 1987, el Congreso de la Nación creó por ley el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), un organismo autónomo y autárquico, actualmente bajo la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, que se encarga de resolver la filiación de las personas apropiadas durante la última dictadura.
En este Banco se encuentran almacenadas todas las muestras de los familiares que buscan a aquellos niños y niñas –hoy personas adultas- desaparecidos por el terrorismo de Estado, y de todos aquellos que sospechan ser hijos/as de desaparecidos y ya dejaron su muestra.
En esta historia, la ciencia forense también tuvo -y tiene- un rol clave en la identificación de nuestros nietos. En los 80, las Abuelas entablamos relación con arqueólogos y antropólogos para la localización y análisis de restos fósiles de posibles desaparecidos. Ese fue el germen de lo que más tarde sería el Equipo Argentino de Antropología Forense, organismo que a través de exhumaciones y análisis de restos óseos de personas desaparecidas aporta a su identificación.
En algunos casos, mediante el estudio de los huesos pélvicos de las mujeres identificadas, el EAAF logró conjeturar si una embarazada había dado a luz. En otros, se pudo constatar que fueron asesinadas antes del parto y, de esta forma, concluimos la búsqueda porque ese embarazo no llegó a término.
Las Abuelas continuamos trabajando junto a la ciencia para crear nuevos métodos que contribuyan a la identificación de nuestros nietos y nietas.
Luego de un año de intenso trabajo estadístico y matemático, los científicos arribaron al “índice de abuelidad”, que garantizaba un 99,99 por ciento de eficacia en la determinación de parentesco. Este descubrimiento tuvo un impacto en la Justicia, que debió incorporarlo como prueba.
Este método se utilizó por primera vez en 1984, cuando recuperó su identidad una niña que había sido secuestrada junto a sus padres y, tres años más tarde, la misma técnica fue empleada para identificar a otra nieta que había nacido en cautiverio.
A mediados de los años 80, las Abuelas impulsamos la creación de un banco para almacenar nuestros perfiles genéticos y garantizar la identificación de nuestros nietos y nietas, aún cuando nosotras ya no estemos. En 1987, el Congreso de la Nación creó por ley el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), un organismo autónomo y autárquico, actualmente bajo la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, que se encarga de resolver la filiación de las personas apropiadas durante la última dictadura.
En este Banco se encuentran almacenadas todas las muestras de los familiares que buscan a aquellos niños y niñas –hoy personas adultas- desaparecidos por el terrorismo de Estado, y de todos aquellos que sospechan ser hijos/as de desaparecidos y ya dejaron su muestra.
En esta historia, la ciencia forense también tuvo -y tiene- un rol clave en la identificación de nuestros nietos. En los 80, las Abuelas entablamos relación con arqueólogos y antropólogos para la localización y análisis de restos fósiles de posibles desaparecidos. Ese fue el germen de lo que más tarde sería el Equipo Argentino de Antropología Forense, organismo que a través de exhumaciones y análisis de restos óseos de personas desaparecidas aporta a su identificación.
En algunos casos, mediante el estudio de los huesos pélvicos de las mujeres identificadas, el EAAF logró conjeturar si una embarazada había dado a luz. En otros, se pudo constatar que fueron asesinadas antes del parto y, de esta forma, concluimos la búsqueda porque ese embarazo no llegó a término.
Las Abuelas continuamos trabajando junto a la ciencia para crear nuevos métodos que contribuyan a la identificación de nuestros nietos y nietas.